acuarela recuerdo para un día 4 de octubre
Cuando descubrí la zona de Bellestar, no hace demasiado tiempo pese a la cercanía, me dio una especie de ataque de acuarela de las de capó...
Cuando descubrí la zona de Bellestar, no hace demasiado tiempo pese a la cercanía, me dio una especie de ataque de acuarela de las de capó...
Hay tanta distancia entre la obra del pintor y la de los que hablan de su trabajo que, en ocasiones, resulta inverosímil que lo que se comenta sea lo que está viendo el sufrido visitante de la muestra. Uno de los asuntos traídos con frecuencia en las críticas es el de la inspiración, las musas que tocan con su mano de nieve la sensibilidad del artista, el cómo afloran los sentimientos más recónditos en ese momento en el que el artista se desconoce a sí mismo porque sus manos son movidas por una fuerza (a veces un elan) de la que desconoce el origen... y tantas cosas más. Esta mañana he pasado unos libros al estudio y me he dedicado a manchar tres cartones a más
El 20 de noviembre de este año se cumplirá el 150 aniversario del nacimiento de Félix Lafuente. He hecho dos propuestas para conmemorarlo; la primera que los pasteles que están invisibles en las cajoneras del Museo de Zaragoza se expongan, aunque sea en una cesión temporal, en la sala octava de nuestro Museo para que todos los conciudadanos del pintor podamos disfrutar de una colección de apuntes que nos ayudarán a entender la verdadera dimensión del pintor Lafuente. A los que presenté en la anterior inserción añado los bocetos de las tres figuras verticales que dividen los círculos de la composición de la pieza que cuelga en el salón azul del Casino. No gastaré adjetivos porque sigo pensando que hablan por sí mismas.
Releo un artículo en el que advertía, desde el retrato de La Torrereta, que retomaba el trabajo sobre Félix Lafuente, allá por 2008... (Una vez más lo tuve que dejar para implicarme en la administración universitaria, piedra en la que tropezado muchas veces en los últimos treinta años de mi vida). Ahora creo que si puedo afirmar que reinicioo los estudios sobre Lafuente y lo hago a la vista de la jubilación, el 20 de septiembre, lo que me va a dejar algo más de tiempo. He comenzado a releer lo mucho que he ido acumulando desde 1989, cuando dirigí el catálogo de la exposición que se produjo en la DPH en tono a la obra de Lafuente en las colecciones oscenses. "FÉLIX LAFUENTE TOBEÑAS
Hace unos meses mi hijo Miguel y yo mismo firmamos un artículo en la revista AACAdigital que puede leerse en este documento artepublicoperomenos
Afirma Francesc Fontbona, en su artículo “¿Existió realmente el modernismo?”, uno de los que compusieron los dos tomos sobre esta corriente globalizadora de las artes, en el catálogo editado por la Olimpiada Cultural de Barcelona en 1992, que a los grandes artistas nunca les ha hecho falta buscar la modernidad sino que esta, sencillamente, se manifiesta de forma espontánea cada vez que producen una obra verdaderamente intensa… (La intensidad fue equiparada al arte por Antonio Saura en una conferencia que impartió en la Escuela de Magisterio de Huesca ese mismo año cuando afirmó con rotundidad que lo bello es lo intenso. Un Saura que por cierto hubiera cumplido este año su ochenta y cinco aniversario. Sigue diciendo Fontbona que en Cataluña y por extensión en
Las imágenes prometidas del Lafuente dibujante del Heraldo
He escrito en dos revistas sobre este asunto: En el número 1 de la revista Flumen, en 1996, y en el número 3 de la Revista AACAdigital que es el que transcribo ahora , El pintor oscense Félix Lafuente mantuvo su residencia en Zaragoza en torno a los años de la Exposición Hispanofrancesa conmemorativa del Centenario de los Sitios que tuvo lugar en 1908. La magna manifestación supuso el despegue de la capital de Aragón. No solo por la cantidad de nuevas edificaciones que se levantaron en la Huerta de Santa Engracia, sino por la calidad de un conjunto de las levantadas en los primeros años del siglo, de aire modernista, en algunas de las cuales trabajó el que firmaba como pintor
Desde el taller de modistas los retratos de Lafuente pierden progresivamente su armadura académica para centrarse más en el estudio de la luz.
He afirmado con frecuencia que el retrato puede ser considerado el asunto más antiguo entre los que componen la historia de la pintura. Cuando, por ejemplo, pensamos como primeros auto-retratos las manos impresas en las cavernas prehistóricas (que no son sino la certificación del deseo de pervivencia en el tiempo a través de una imagen: yo he estado aquí y soy el que tenía esta mano.) Desde las esculturas de las civilizaciones orientales hasta las series de retratos de damas, reyes o multitudes que encontramos en la fecunda producción del altoaragonés Antonio Saura, a cada paso de esa historia del arte, encontramos imágenes en plano o en tres dimensiones de santos, emperadores, senadores romanos o familias holandesas, grupos de profesionales, abogados, médicos , literatos o