El antiguo trazado del ferrocarril (que cumple este año su sesquicentenario) brinda a los paseantes una imagen interesante a cada paso. Es una fuente inagotable de asuntos con los que disfrutar un rato de la acuarela. Muchos más incluso que el número de trenes que pasaron por ese espacio en los ciento cincuenta años transcurridos desde que apareciera el primero en la capital altoaragonesa.
La llegada del ferrocarril supuso un cambio fundamental en las ciudades. El movimiento de mercancías obligaba a acometer nuevos sistemas de producción para frenar la competencia de los productos que llegaban de cualquier punto de España y de Europa, mejores y más baratos que los locales. Hubo ciudades que se enteraron. Huesca, al parecer, no demasiado pese a que algunos de sus ciudadanos como León Abadias de Santolaria clamara por esa necesidad de regeneración desde la Sociedad Centro Literario de Huesca