La presentación del vino amigo de Enate y Atades –un tempranillo que por cierto está bastante bueno– tiene muchas lecturas para mí. La más importante, sin duda, es que la empresa y la entidad me hayan pedido que realice el diseño de la etiqueta. Me gusta colaborar con ambos y lo seguiré haciendo siempre que pueda.
La pintura al agua, como explicaba en la entrada anterior y ayer en la presentación, ha sido algo más elaborada que lo que suelen serlo mis acuarelas de capó, que son la mayoría, pero el resultado creo que no desentonaría en medio de una muestra de acuarelas trazadas directamente en el campo.
Pero también está el hecho de que, aunque haya sido por unas horas, he tenido una pieza expuesta en el Centro de Arte y Naturaleza de mi ciudad que, sin ser el espacio que me gustaría, sigue siendo un espacio espectacular. Siempre he sido muy cuidadoso a la hora de desechar las salas que me da la sensación de que son superiores a mi trabajo. No he sabido explicarlo nunca pero he evitado pasarme en ese aspecto. Y está claro que el CDAN (en el que participé como consejero por parte del Gobierno de Aragón desde que me nombrara Santiago Lanzuela, en el principio del proyecto, hasta que me desnombraran los actuales rectores de nuestra política regional) era uno de esos espacios en los que no debía pensar como ámbito para mi trabajo.
Ayer, aunque fuera por un rato, una de mis acuarelas estuvo en la sala superior y se encontró tan a gusto como me encontré yo rodeado de tantos amigos, tantos conocidos e incluso algún desconocido.
