Pese a haber superado el bachillerato en Gerona (y con permiso de Max Aub que afirmaba que uno era de donde había cursado esos estudios), no me considero ampurdanés. Además, si tuviera que elegir los cinco profesores de ese bachillerato que más influyeron en mi manera de entender la realidad, tres eran altoaragoneses, con apellidos evidentes: Estallo, Solanes y Zamora. Éste último, Carlos, natural del rincón que apareció en el Heraldo un 27 de enero de 1981.