545La Miranda

CUADERNO DE VIAJE

Colloliva y La Miranda, cerca de Bellestar de Graus

JULIO ALVIRA BANZO

Nuestros destinos de hoy son dos pequeños lugares del municipio de Graus, al que se incorporaron cuando lo hizo su tradicional cabecera municipal: Bellestar. Para llegar hasta aquí hay que situarse en la A-139, de Graus a Benasque, a la altura de Las Ventas de Santa Lucía. Aquí se toma el mismo camino que lleva a La Puebla de Fantova, pero en dirección a Bellestar. Atravesada esta localidad, hay poco después un cruce: por la derecha llegaremos a La Miranda y por la izquierda a Colloliva.

De la antigüedad de los lugares da fe un documento del monasterio de Obarra, fechado en 1267 y que menciona a «la Insola de Colloliva» en el término de Fantova. El Fogaje de 1495 recoge en Fantova a Pere Daguilar, de Codoliba, y en La Puebla de Fantova a Johan de Miranda en una de las masadas de La Puebla de Fantova.

En Colloliva han vivido tradicionalmente dos familias, Chantorres y Monclús. Las viviendas y los edificios de las correspondientes explotaciones agropecuarias componen el caserío de esta pequeña aldea. Según me comenta uno de los dos vecinos de Colloliva, un edificio auxiliar adosado a la casa principal, está en proceso de transformarse en apartamentos de turismo rural. Un ronco perro insiste en cumplir su misión defensiva en la puerta de Casa Chantorres, o Casa Juan Torres que de las dos maneras se conoce, según me indica su propietario.

Miramos la fachada, con las distintas reformas que se han hecho a lo largo de los muchos años que lleva habitada esta vivienda. Son como páginas de un libro en el que han dejado constancia de cómo han resuelto los desafíos a los que se enfrentaban para vivir en mejores condiciones.

Hay otra parte de la vivienda recientemente restaurada, ofreciendo el conjunto una imagen muy curiosa, principalmente en un paso bajo el edificio, abovedado, que comunica con una estrecha calle. Al final, de su breve recorrido, se vuelve al camino de acceso. Allí hay un pozo y lo que debió ser fuente o abrevadero, cumpliendo ahora funciones de macetero. Otro curioso rincón.

El vecino de Colloliva reconoce que le sorprende los comentarios de los visitantes sobre las excelencias del paisaje y lo bonito del entorno. A base de ver el mismo paisaje todos los días, se toma como normal algo que al de fuera le sorprende.

Colloliva sonará a más de una persona, aunque sea de lejos de Graus, porque tuvo su momento de gloria en el programa Zarrios, de la televisión aragonesa. Era el mes de noviembre de 2014. Ya estamos al final del pueblo. Siguiendo el camino se llega a La Tobeña y la ermita de San Clemente. Pero hoy toca visitar La Miranda. Se desanda el camino recorrido desde el cruce y se toma el otro. Está señalizado.

Enseguida se llega al segundo destino de hoy. El enorme edificio de La Miranda ha sido restaurado recientemente y ha recuperado uno de sus elementos más curiosos. Se trata de una ventana, que estaba cegada, situada en la esquina del edificio que da al camino de acceso, dando a dos de las fachadas. Era un observatorio privilegiado de cualquier movimiento humano que se produjera por allí.

Mery está en la puerta de la casa y me saluda, interesándose por el motivo de mi presencia. Me explica que en la casa había molinos para aceite y harina, lagares, horno para el pan y todos los almacenes necesarios para asegurar la vida cotidiana de la familia que allí vivía. Hay también una sencilla capilla, dedicada a San Antón, donde se han celebrado las ceremonias religiosas más importantes de la familia.

Algunas de las piedras de los molinos, que se movían con fuerza animal, son ahora elementos decorativos en La Miranda. Pasamos luego hasta un campo cercano donde hay varios robles. Uno, muy grueso de tronco, fue sede de un pilaret desaparecido no hace mucho tiempo. Al preguntarle por el que hay antes de llegar a La Miranda Mery me comenta que tienen intención de recuperarlo.

Desde aquí se disfruta de un paisaje con grandes campos de cereal en primer plano, olivos, monte bajo y las sierras del entorno de Graus. Aquí nunca hay niebla, indica mi informante. Desde luego, desde Colloliva y La Miranda se disfruta de excelentes vistas.

(Diario de Alto Aragón, 31 de enero de 2016)