CUADERNO DE VIAJE
Erbera y Ardanui, en el valle del río Baliera
Julio ALVIRA BANZO
Hoy visitaremos Erbera y Ardanui. Son dos localidades del valle del río Baliera, territorio ribagorzano identificado, también, por una de sus poblaciones: Castanesa. Debemos situarnos en la carretera N-260, que enlaza la N-230 al norte de Pont de Suert con Castejón de Sos por Laspaúles. Cerca del comienzo de este tramo, al pie de la mencionada nacional, hay que tomar a carretera que se dirige a Castanesa. Todo está señalizado.
Erbera será nuestro primer destino de hoy. Como todas las localidades de esta zona altoaragonesa, el paisaje es atractivo y las vistas espectaculares. Esto ya justifica la visita. Estamos al pie del Pirineo axial en la zona donde se sitúan las cimas más altas de la cordillera.
Las viviendas de Erbera se agrupan de forma compacta al pie de la citada vía de comunicación. Un nutrido grupo de perros alborota al notar presencia extraña y una vecina mira al recién llegado. Tras el saludo de rigor, le comento el alboroto que montan los canes y, reconociéndolo, añade que no deja de ser su misión: avisar por si acaso.
Se está bien aquí, me dice. Hay mucha tranquilidad, dice, excepción hecha del comité de recepción, pienso. Cuando le hablo de otras localidades por las que acabo de pasar destaca que en esta pueblo las casas no solamente están orientadas al sol, sino que están protegidas del viento. Le comento que este nombre lo identificaba con un apellido, pero que llevaba la letra “h”. Por lo que me comenta la vecina, ellos no sitúan la letra muda al escribir el nombre de su pueblo.
La visita a Erbera es breve porque breve es su caserío. Una fachada luce una ventana con una cruz incisa sobre una portada adovelada. Este elemento decorativo se puede ver en otra ventana. Hay una portada, abierta, que deja ver un balcón de madera y la inmensidad del paisaje ribagorzano. Un oratorio, de propiedad particular, está dedicado a San Martín. Es una pequeña sala rectangular, con el acceso a los pies del templo y cubierta a dos aguas.
La tranquilidad tradicional de las pocas casas que siempre han existido en Erbera tal vez se rompa con la animación que puede suponer la nueva urbanización que se ha hecho por encima de la carretera que lleva a Castanesa. La vecina me aconseja que suba a esta zona porque las vistas son mejores, ya que está en un nivel más alto que el pueblo. Una foto más y volvemos al asfalto. Poco después, por la misma carretera utilizada para llegar a Erbera, se alcanza Ardanui.
El mismo comité de recepción y la voz de la dueña reprendiendo a los bichos. La vecina con la que hablo me comenta que están dos casas y cuatro personas. Está cogiendo diente de león en un prado cercano a su casa. Con un poco de escarola ya tenemos la ensalada para la comida, me dice.
Le pregunto por su vida en este paraje, tan atractivo pero tan alejado, y me dice que esta es su casa y es lo mejor del mundo. Al visitante no le queda más remedio que preguntarse de qué está alejado este lugar si para sus habitantes es lo mejor del mundo.
Un cartel, a la entrada del pueblo, apunta las dos grafías de esta población: Ardanuy y Ardanui. La vecina con la que hablo me comenta que la segunda es la que ellos utilizan habitualmente.
El caserío de esta localidad también es breve. Las casas se agrupan al lado de una gran nave ganadera que define la actividad de sus habitantes. Hay una capilla dedicada a Santa Coloma. De planta rectangular, tiene el acceso al templo a los pies. Una pequeña espadaña aloja una campana y una ventana circular ilumina el interior desde este mismo muro. Otras ventanas, en los muros laterales, hacen lo propio. Adolfo Castán, en su libro “Lugares del Alto Aragón”, editado por DIARIO DEL ALTOARAGÓN en 2008, sitúa su construcción, como muy antigua, entre los siglos XVII y XVIII.
Erbera y Ardaniu, dos pequeños rincones de la siempre atractiva Ribagorza, una comarca de frontera que se enriquece con su esencia propia y la que llega de los territorios que la rodean. Las visitas por estas tierras nunca defraudan.