Ayer se me apareció esta pieza. Acabada la presentación del libro de Eugenio Benedicto en la Feria del Libro de Huesca (con la competencia de un mago conocido que llenaba la plaza del mercado) entramos a tomar una cerveza en el bar que ocupa el espacio de la tienda de cerámica en la que se fraguó una parte de la actividad cultural de esta ciudad mediado el pasado siglo.

Tal y como me sentaba en el rincón del fondo con García Omedes, Marcelino Iglesias y el matrimonio Benedicto, me topé con esta pieza que desde el primer momento reconocí como de mi mano y como de hace más un porrón de años. El propietario me contó que la había adquirido hace un par de años en una tienda de segunda mano.

Le he estado dando vueltas al por qué de esa pintura que compone el espacio con líneas geométricas (algunas bastante raras, como la que se alza sobre la torre de la catedral) que dividen la tela en polígonos que contienen, aparte la mencionada catedral una serie de paisajes que eran conocidos en ese momento como «beuletas» por su parecido más que razonable aunque a años luz de los resultados del maestro. Finalmente creo que he dado con la solución. La tela de considerable formato fue pintada para una Bienal Ciudad de Huesca (entre el 70 y el 75…) para la que seguramente no fue seleccionada. A partir de ese momento ignoro qué vida ha podido llevar esa tela aunque no niego que me encantaría conocer quién la llevó a la tienda de segunda mano…