De los millones de vidas que no vivimos, la mayoría tiene muy pocas posibilidades de convertirse en realidad. Pero alguna de ellas, en ocasiones, pasa rozando por nuestro lado. Si cuando estudiaba Bellas Artes en Barcelona hubiera hecho caso a Ricardo Sala, profesor de preparatorio de modelado (y la negrita no es ningún error), me hubiera dedicado a la escultura y hubiera seguido trabajando el barro con los palos de boj que talló especialmente para mí. Y seguramente mi vida habría sido otra. Pero preferí la pintura.

Quizá su asignatura (la única que suspendí en la carrera en los exámenes libres, que era una modalidad bastante usada en la época) fue la que me aportó más conocimientos sobre el sistema de comunicación que decidí en un momento hacer mío: la imagen. Sobre todo me hizo caer en la cuenta de la importancia de la observación de la realidad que quieres transmitir: su aprehensión; su agarre mental.

Suelo decir a mis alumnos que la distribución del tiempo de una hora de dibujo tiene que ser, con independencia del nivel en el que te encuentras, cuarenta minutos de mirar, de observar, de hacer tuya mentalmente la realidad que quieres representar –sea o no figurativa–  y veinte de hacer rayas. Eso me lo hizo entender Ricardo Sala  en sus clases del taller de modelado.

El otro día, en la Casa del Pintor, en cuya academia recaló  a mi vuelta definitiva a Huesca el falso Séneca con el que me quedé bastante a gusto, me encontré de nuevo con esa pieza que trabajé con Sala… Aunque para quedarme del todo a gusto  me sirve, más que el resultado académico, el saber que ha servido para que muchos aprendices de dibujante hayan podido servirse de mi trabajo en sus clases. Algo que también ocurre en el taller de modelado de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona: el retrato de busto que le hice a Victoria Recreo sigue siendo utilizado como modelo (pero yo, a pintar que es la vida  que me ha tocado de entre esos millones de posibilidades…)

Pese a su apariencia de barro, se trata de un vaciado en yeso, a molde perdido, al que añadí la pátina que el paso del tiempo se ha encargado de mejorar.

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