Esta acuarela quiere ser el homenaje puntual a uno de los que considero mis auténticos maestros aunque nunca lo fuera oficialmente: José Beulas, fallecido ayer. Su influencia en la pintura de paisaje que se ha producido en nuestra ciudad en los últimos sesenta años no necesita de más argumentos que el análisis de las piezas que cuelgan con muy diversas firmas en los espacios públicos y privados de Huesca.

Esta pieza de mi mano es de 1980 y puede resultar un ejemplo evidente de esa influencia. La acuarela se pintó (según me indica el ordenador) en enero de 1980, y tanto el tema  como la composición, o el tratamiento del fondo o los raspados en los troncos del arbolado, beben de la pintura de Beulas.

El paso por la Escuela Superior de Bellas Artes San Jorge de Barcelona se cuela en el colorido. Todavía no había recibido la lección que más veces me dio: Fernando, el cuadro tiene que estar entonado de arriba a abajo…