Ayer se cumplía el sesquicentenario del nacimiento del pintor oscense Félix Lafuente. Di una charla en el Museo para hablar de su papel en el mundo de la pintura aragonesa del periodo que le tocó vivir a caballo entre dos siglos.
También hablé de los bocetos que han viajado del Museo de Zaragoza al de Huesca gracias a los buenos oficios de las dos direcciones, Julio y Laura, que aceptaron de inmediato la idea de programar una muestra en la que se pudieran ver algunos de los pasteles que trazó Lafuente para componer el mural del salón azul del Casino. De la intensidad que supo prestar a esos esbozos que, encerrados cien años en las cajoneras de la pinacoteca zaragozana, lucen ahora en la sala octava del Museo de Huesca como si hubieran sido acabados de trazar ayer por la tarde (y lucirán hasta finales de marzo).
Concluí mostrando el hermoso busto de Lafuente que modelara el escultor zaragozano José Bueno que lo era de apellido y también como profesional. La escultura de Costa en Graus y varias de las que se pueden ver en espacios públicos de la capital salieron de su estudio. La familia posee ese yeso que podría ser trasladado a material más duradero y colocarse, por ejemplo en la rotonda que existe en el cruce entre la calle que lleva su nombre y la avenida Menéndez Pidal.
Hablé de la posibilidad de hacer una cuestación pública para responder a la generosidad con que el artista trató a sus conciudadanos en determinados momentos, como en la visita de Alfonso XIII a Huesca, o como cada vez que había que organizar alguna tómbola o similar para acudir a paliar los problemas de sus gentes. Julia, la directora del museo, comentó la existencia de micromecenazgos que habían conseguido la adquisición de piezas importante en museos no menos importantes.
Poderíamos intentarlo ¿no?.