El CDAN

No creo descubrir nada nuevo si comienzo estas líneas afirmando que el arte no existe para ponerle paños calientes a las sociedades sino para removerlas. Lo que, por principio, hace que quienes gobiernan esas sociedades miren las manifestaciones artísticas aviesamente, cuando no las ataquen directamente e intenten erradicarlas. No es fácil soportar a quien busca de modo permanente soluciones diferentes a las que uno que-ha-sido-elegido-democráticamente propone. Los paladines del pensamiento divergente, los artistas que hurgan por oficio en el campo del pensamiento y de la vida a la búsqueda de nuevos caminos, están condenados a ser perseguidos sin cuartel; a que sus acciones sean consideradas por los gobernantes como perniciosas para el conjunto de la ciudadanía.

Esa frase que tanto usa Pepe Cerdá –con toda la ironía que desborda su no escasa humanidad–: pintor, pinta y calla, hace las delicias de cualquier político del signo que sea. Aunque parece que el escozor se incrementa en determinados momentos, las personas que deciden dedicarse de verdad al Arte, incomodan esencialmente al poder por ese afán que les lleva a encontrar caminos diversos a los propuestos por quienes manejan en realidad la vida de los ciudadanos. Con frecuencia el sistema acomoda a su engranaje a algunos de los más peligrosos a sus ojos. Pero el Arte no ha muerto ni morirá por más que lo voceen los sucesivos manifiestos de sus fieles más radicales. Y sigue en la sociedad y en la vida como una piedra en el calzado.

Pensar y hacer pensar es el oficio primero de las artes por más que los críticos se empleen con frecuencia en llamar oficio al modo como los artistas usan el conjunto de elementos de los que se valen para expresarse, como los materiales en el caso del pintor, el escultor, el fotógrafo o el videorealizador, los sonidos en el músico o el movimiento y la voz en los actores. Y el oficio de pensar y hacer pensar no es de los promueven precisamente las sucesivas reformas laborales…

Esta sección de la revista 4Esquinas nacida con el nombre de los espacios del arte se preocupa y se seguirá preocupando de las manifestaciones plásticas en la ciudad de Huesca; de quienes las promueven, de quienes las crean y de los ámbitos que la ciudad dispone para que los oscenses puedan disfrutar de ellas saciando una de sus necesidades primarias. No cabe duda de que tan necesidad primaria es la que sirve para que el cuerpo pueda continuar activo como la que consigue que siga en activo la mente.

Tendrá que convenir el posible lector que haya sido capaz de llegar a este párrafo, que una de las características que adornan nuestra ciudad es la abundancia de espacios para las artes, pero especialmente para las artes plásticas. Museos, salas de arte oficiales y privadas, ofrecen a los interesados diariamente y en variados horarios un conjunto de posibilidades para su desarrollo intelectual, con ofertas que van desde lo más simple y reiterativo a lo más novedoso en el campo de la pintura, del dibujo, del vídeo o la fotografía, de la ilustración…

Mientras escribo estas líneas es posible acudir, por ejemplo, a la sala de la Diputación para disfrutar de una impresionante colección de ilustradores aragoneses en una muestra producida con todo rigor y montada con un grado de elegancia que es habitual en ese espacio, pero que no encontramos en muchas salas de mayor renombre y poderío económico a lo largo de la geografía que nos rodea.

Puede el interesado recorrer los Museos Provincial o Diocesano con propuestas trabajadas de igual modo desde criterios científicos, por especialistas que han hecho de ambos espacios dos lugares aptos para que los ciudadanos puedan atender esa necesidad primaria que es el desarrollo de sus capacidades intelectuales mediante la adquisición de conocimientos sobre la vida y el pensamiento de sus antepasados, que les lleve a disfrutar con mayor intensidad de la suya propia.

Puede acercarse a la Galería S’Art, la decana de la ciudad, a la Carbonería en la recoleta plaza de san Pedro; al Palacio de los Villahermosa y a la sala del CAI en el centro de la ciudad; a la de la Escuela de Artes, a la coqueta sala de la librería Anónima, a la sala Nartes en la Casa del Pintor, a la de Ibercaja Castillo de Montearagón, la sala Afoto o a los espacios de varias cafeterías (Habana, Arazo, Garabato, Flor y algunas más) en las que, como en algunas otras, se exhibe habitualmente el trabajo de realizadores más o menos implicados con el mundo del arte.

Espacios entre los que se encuentra uno de los que hacen que Huesca haya aparecido, y seguirá apareciendo sin duda, en publicaciones reservadas a lo más exquisito y singular que ocurre dentro del arte en cualquier parte del mundo: el CDAN. Un proyecto sólido como sólidos son los dos pilares en que se fundamenta: Arte y Naturaleza, uno de los mejores –que no el único– producidos en los servicios de cultura de la Diputación de Huesca en las últimas décadas y la colección de pintura que ha ido reuniendo a lo largo de su vida el pintor José Beulas, y que cedió hace veinte años a la ciudad que le permitió formarse como pintor, con el encargo de su custodia y exhibición.

El CDAN se encuentra en un edificio que, incluso vacío, supone una auténtica pieza artística de primer orden, con la firma de uno de los arquitectos más prestigiosos del mundo, Rafael Moneo (cuyo interés por el Centro de Arte y Naturaleza, como pude comprobar en un agradable encuentro en la última edición de ARCO, va mucho más allá del espacio arquitectónico: que aprecia el proyecto museístico). Un edificio que en los últimos seis años se ha visto repleto de una tremenda activad en torno al proyecto gestionado por la profesionalidad de Teresa Luesma, reconocida unánimemente por los sucesivos patronatos celebrados a lo largo del último sexenio, de los que he tenido la fortuna de formar parte, y por el total de los implicados en la dirección de los museos de arte contemporáneo del Estado además de por las Asociaciones de críticos y galeristas de España.

Las exposiciones en torno a los dos grandes temas que componen el CDAN se han ido sucediendo a lo largo de los años, no a gusto de todos, por descontado, y el proyecto ha seguido dejando sobre el territorio piezas de indudable valor. El servicio didáctico y el centro de documentación han crecido con el paso de los días y este último ha reunido el interés de cientos de especialistas que lo consultan tanto de forma presencial como a través de la dinámica página web del Centro. Por ello chirría el giro que los actuales responsables del patrimonio aragonés parecen querer imponer al centro de Arte y Naturaleza. Y resulta especialmente extraño y poco adecuado, a mi entender, el modo en que se ha producido el cambio en la dirección.

No cabe duda de que el CDAN se ha convertido en uno de los espacios del arte más importantes de la ciudad de Huesca y que, pese a que los momentos de penurias económicas suelen volver la vista de los dirigentes hacia los gastos en cultura para iniciar los recortes con alegría (pretender que entendieran que se trata de inversiones y no de gastos sería una osadía por mi parte) creo que estamos ante un proyecto que no puede abandonarse y que debe de ser defendido especialmente por los oscenses que somos los primeros beneficiados. La trayectoria iniciada y consolidada en el tiempo debe seguir consiguiendo que el CDAN se mantenga como el espacio real y virtual del arte contemporáneo en la ciudad de Huesca, al servicio de esa necesidad primaria de los ciudadanos que es su desarrollo intelectual.

Por ese motivo, quizás los responsables municipales deberían tomar un mayor protagonismo en la toma de decisiones. A mí, al menos, me lo parece.

Fernando Alvira

Huesca, 6 de Marzo de 2012.

 

Centro de Arte y Naturaleza (CDAN). Fundación Beulas. Huesca